El Tarot como Poema Visual. ¿Qué queremos decir?
Generalmente, se llama poema visual a aquellas imágenes o impactos visuales que generan una composición de letras, escritos y texto.
Nosotros, en 78 Puertas, decimos que el Tarot para nosotros es un poema visual en cuanto a que, con letras o en ausencia de ellas, se genera una impresión, una sensación. En definitiva produce en nosotros una emoción que nos lleva a poner en palabras lo que vemos.
Por ejemplo: Un caballero sobre un corcel agita su espada en el aire.
*Detalle del cuadro «Nastagio degli Onesti» de Botticelli.
Esa imagen nos habla de movimiento, rapidez, brusquedad, decisiones que se convierten en acciones, etc.
Siendo lo fundamental la imagen, provoca en nosotros una reacción. No nos deja indiferentes, nos remueve y nos transmite. No es una imagen comercial y no es tan sólo un dibujo. Posee la capacidad de emocionarnos, por eso es poesía.
Los poemas visuales no sólo son bellos y equilibrados, como el perfume de una rosa. También el grito de una persona yendo en contra dirección al resto de personas en hora punta, en el metro, es poesía. Parte de la emoción para emocionar. Las palabras funcionan como complemento y materialización verbal de la imagen.
No es nueva la idea del poema visual, al igual que no es nuevo el Tarot.
Desde la Grecia Antigua ya contamos con caligramas (imágenes formadas con letras sobre el tema del que trataba el texto).
Será en el siglo XX con las corrientes futurista, surrealista y dadaísta, las que configuren un nuevo espacio con el impulso de la tipografía y el collage.
No se trata de escribir o pintar. Se trata de impactar en el observador y provocarle una emoción que dará forma cuando lo exprese su mente con palabras.
Qué es lo que hace del Tarot un poema visual
Desde tiempo antiguo las representaciones pictóricas tenían un componente didáctico y narrador con un trasfondo generador de sensaciones.
Así pues, las representaciones del infierno en cualquier retablo de cualquier iglesia, transmite una sensación de horror y miedo. Consiguiendo que esa sensación de pánico quede fijada en el subconsciente de una forma más nítida que la propia imagen. Ese miedo será lo que se recuerde de modo más claro. Aflorará en el observador, cuando lo recuerde, antes que la imagen.
En la actualidad, recibimos tantos impactos visuales por segundo al día, que no somos conscientes ni de la mitad de la información que nos llega. Esto, en los tiempos en los que se originó el Tarot, no era así. Podríamos decir que, en una mente más limpia y menos bombardeada de información, es más fácil provocar emociones con imágenes fácilmente reconocibles por las gentes de ese tiempo, sin necesidad de añadir efectos especiales. Seríamos ingenuos, si pensáramos que las imágenes del siglo XV nos pueden generar, lo que hoy se denomina “emociones fuertes”. Pero si las observamos con la perspectiva del tiempo, podemos ver la fuerza y la capacidad de transmitir que tienen todavía hoy en día.
En las dos imágenes inmediatamente superiores, podemos ver dos detalles de cuadros de Boticelli sobre el Decameron. En ellas podemos percibir la narración de la historia que describen aún sin conocerla. Narran una historia y despiertan emociones.
Ejemplos en el Tarot
La Torre:
Una torre, de piedra. Un material lo suficientemente consistente para garantizar durabilidad, y resulta que se desprende la almena. El lugar desde donde se otea. La parte fundamental de la torre. Ese espacio desde donde un vigía grita “que vienen” y es en ese momento cuando se toman las estrategias para defender el castillo, la muralla o lo que fuere.
Vemos unas llamas que parecen salir de la Torre. Tiene la misma composición que cuando enciendes un mechero tipo Zippo. Ahora la Torre ya no es sólo defensiva, también es un elemento de advertencia. Podría ser incluso un faro.
Dos personajes están a los pies de la Torre.
*Hay quien dice que esos personajes caen de la torre. Personalmente en esta carta no lo percibo, pues no caben por esas diminutas ventanas.
El uno parece salir de la parte de atrás y el otro anda sobre sus manos.
Puede que no esté andando cabeza abajo y la realidad sea que se encuentra en un espacio ingrávido. Un lugar donde la materia no tiene peso.
Numerosas bolas de colores flotan en el ambiente. ¿Estarán festejando esa advertencia? El nacimiento de esa llama hace que lo anterior sea diferente de lo que era. El cambio es inminente.
Nueve de Bastos:
A simple vista lo primero que me recuerda es a una cota de malla del medievo. En éstas, era el hierro forjado el que se entrelazaba, mientras que en esta carta son varas de madera las que se entrecruzan.
Podría tener esos nueve bastos sueltos, pero sin lugar a dudas, ofrecen mayor resistencia trabados.
Nos puede hablar, tanto de una celosía sobre la que trepará una enredadera, como de una estructura que soportará otros elementos.
También puede transformarse en un escudo. Ese punto rojo central no es más que un décimo basto que sale perpendicular de ese entramado. Y la vara azul vertical, por donde se sujeta el escudo. Con él podemos contener lo que nos viene de fuera.
Si lo vemos como un aspa, podemos observar que no está cortando el paso, pues no es enteramente roja. Si así lo fuera, se podría interpretar “ni se te ocurra”.
En una lectura más actual, esa estructura podría representar la suma de varios en un colectivo. Esa imagen es como el emblema en el que todos están contenidos pero no individualizados.
Ocho y Seis de Copas:
En el ocho de copas, dos equipos de tres elementos contrarios alineados y separados por otros dos. Tal vez esos dos medien entre los otros seis.
Las hojas no les aíslan pero sí les mantienen definidos y separados, de tal modo que el rombo central que se forma con esas cuatro copas, las convierte en un elemento diferenciador. Las cuatro copas de las esquinas se convierten en la mesa de reuniones donde las cuatro copas del rombo llegarán o no a acuerdos. De las hojas no surgen flores pero son elementos vivos que dan frescor y nutren a las copas.
En el seis de copas, aparecen dos filas muy bien definidas separadas por una rama vegetal. Se percibe el orden y el equilibrio pero en dos sectores muy marcados. No van todas las copas juntas. Son como dos bandos de tres copas cada uno.
Al observar juntas estas dos cartas, podemos observar que el ruido que hay en el ocho de copas ha desaparecido en el seis. La vegetación que se enreda y envuelve dentro de la carta, tiene también su peso visual en la imagen. Lo mismo sube que baja, hay un movimiento que en el seis desaparece. Tal vez ya hayan puesto las cosas en orden.
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