Hay muchas teorías, unas más razonables que otras sobre la Naturaleza del Tarot. O dicho de otra forma, sobre lo que es el Tarot. Que si se originó como juego, que si los Mayores iban por un lado y los Menores por otro, que si contiene Astrología, Cábala, Planetas y Arquetipos…
Y luego están sus usos: herramienta de desarrollo, adivinación predictiva o proyectiva, sanación, psicología…
Todo esto está muy bien, pero hay cosas que no se pueden explicar, porque las teorías (folios y libros llenos de definiciones) no nos sirven para aprehender lo que contienen las cartas en esencia.
Parece que necesitamos saber si la Emperatriz está embarazada o si el Loco está realmente loco o no, para dar respuestas llenas de datos, que en ocasiones no sirve para contestar a lo que estamos preguntando. No siempre la información es conocimiento.
La Naturaleza del Tarot
Observación consciente
Cuando contemplamos una obra pictórica o escuchamos música, ese acto nos provoca diferentes sensaciones y emociones. Emociones que parecen ser detonadas por el gatillo de la observación o la escucha. Ese instante de vacío lleno, en el que todo el espacio y el tiempo se concentran y condensan. Donde los vellos del brazo se erizan sin corriente de aire. Y donde en muchas ocasiones te descubres rebobinando un cd para volver al mismo punto y escucharlo una y otra vez.
¿Acaso necesito una teoría para ver por qué se produce eso? ¿Por qué a cada uno le salta ese gatillo en unas disciplinas, o en una nota, o en una imagen y no en otras? Claro que todo tiene su explicación, pero no tiene por qué contener la esencia de lo que se explica.
Con las cartas pasa igual. Una carta no siempre tiene el mismo significado, está viva. Cada instante es único y las respuestas que te dan son para esa pregunta en ese momento.
¡Puedes ir más allá de lo que está escrito sobre ellas! Dejar que permanezca perenne el encanto de su magia primitiva, que conserve su cualidad arcana: que su invisibilidad sea perceptible.
Invisibilidad perceptible
Para nosotros el Tarot es algo parecido (insistimos en lo de parecido) a la «nota azul” de la que hablaba Chopin. Definida como algo de naturaleza extraña e intangible, perfectamente ubicada en algún sitio de nuestro yo interno o de nuestro entorno. Porque sí, hablamos de mirar y analizar, pero, ¿quién nos dice que lo percibimos es la totalidad del mundo, y que es siempre la misma e igual para todos?
Creemos, nosotros en particular, que los tres niveles mentales, el inconsciente, subconsciente y consciente son como una gran cebolla, con muchas capas. Puedes percibir alguna, pero no todas, parte de una de las capas o de varias, o la cebolla completa.
Pero en unas ocasiones nos cerramos a ver y otras nos cerramos a lo que no vemos, o no percibimos. Y ese es el mejor modo de no ver: no permitir la apertura.
Dar significados a las cartas, catalogarlas para unas cosas únicas y fijas, hace que no sea necesaria esa apertura. Porque es más fácil tirar de archivo que trabajar la mente.
Y pensar siempre genera dudas y no se puede dudar en una materia que se supone que es propia de inspirados.
La Naturaleza del Tarot: Conclusión
En 78 Puertas no leemos el Tarot con significados, porque consideramos que es muy fácil que se anclen en nuestro cerebro conceptos e ideas determinadas y aisladas de cada Arcano. Conceptos que saltan como trampas para cazar ratones en cuanto vemos las cartas y que a la larga, en lugar de agilizar, limita.
¿Debemos conformarnos sólo con la capacidad de almacenaje del cerebro si tenemos una mente plástica y expansiva capaz de ir más allá de definiciones? ¿Por qué los bastos representan al fuego si el material del que están hechos es la madera? ¿Por qué limitar nuestra percepción a conceptos fijos y limitar así lo ilimitado? Ahí lo dejamos. Hay muchas maneras de leer el Tarot y la nuestra empieza con observar.
Si quieres saber más sobre cómo enseñamos a leer el Tarot de Marsella, tienes más información aquí.
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